Echar de menos, duele.
Pensar en el pasado, duele.
Recordar los momentos que juntos vivimos, duele.
Recordar su olor, duele.
Soñar con algo que no volverá, duele.
Todo duele. Y mucho.
Y lo que más duele, es no poder hacer nada al respecto. Eso sí que duele.
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