lunes, 31 de agosto de 2015

Atrapada. Así me siento. Atrapada en un mar de dudas, en mi misma, en mis sentimientos. Temerosa de perderte y de perderme, de perder la oportunidad perfecta de lograr eso que todos buscamos sin descanso: felicidad. No sé bien qué está ocurriendo, si fallaste tú, si fui yo, o incluso, los dos. No lo sé. Puede que simplemente estuviéramos demasiado bien, puede que nos diera miedo, quizás no debimos hablar de ello, seguramente no… tal vez debimos dejar las cosas como estaban, dejarlo fluir y ver hacia donde nos llevaba la corriente, pero ni yo ni mi maldita manía de tenerlo todo bajo control lo hicimos posible. No dejo de preguntarme que habría pasado si no te hubiera puesto contra la espada y la pared. Sabía que era demasiado pronto, pero no lo pude evitar. Supongo que tenía miedo. Miedo de lo que estaba viviendo. Miedo de comenzar a sentir algo mas profundo hacia ti, miedo de que pudieras hacerme daño…. Simplemente miedo. Quise creer que estaba actuando con sensatez, previniendo un mal mayor si actuaba a tiempo, pero ahora sé que tan solo fui una cobarde y por culpa de esa cobardía, ocurrió aquello que, paradójicamente, pretendía evitar… no sé en qué punto estamos, ni siquiera si tendrá retorno o no, nos distanciamos poco a poco y no encuentro modo alguno de poderlo evitar. Tú, cada vez más ocupado y yo, a su vez, más confundida. Preguntándome que pensarás y sentirás, deseando saber qué ocurrirá, pero temerosa de preguntarlo siquiera porque puede que simplemente me asuste descubrir que realmente no estas ocupado, que simplemente no encuentras la manera de decirme que, realmente, no hay modo de solucionarlo, que solo sean excusas y que, por mi estupido miedo, he condenado al fracaso algo que iba bien…

miércoles, 19 de agosto de 2015

Ellos

Un día, hace muchos años, me encontré con una mujer. Me dio cobijo durante un tiempo. Me alimentó y se preocupó porque todo estuviera bien durante nueve meses. Sin conocerme, supo darme amor y lo mejor de ella. Pasados los nueve meses, llegó la hora de conocernos.
Pasó noches en vela a mi lado. Callando mi llanto y creando mis primeras sonrisas. Continuó a mi lado. Dandome lo mejor de ella. No soltando mi mano en ningún momento. Me enseñó todo lo que ella sabía. Aprendí mucho de ella. Incluso con el paso del tiempo, sigo aprendiendo.
Admiro a esa mujer, que siempre tiene tiempo para mí. Que a pesar de mis malas contestaciones, siempre está ahí, para sacarme miles de sonrisas, para enseñarme miles de lecciones, para secarme las lágrimas cuando no puedo más. Admiro a la mujer que mejores abrazos y consejos me da. Admiro a la mujer que nunca se ha separado de mí.
Sí, admiro a mi madre. Me siento orgullosa de ella, de todo lo que hace. Y lo más importante, la quiero, la amo.
Pero no solo estoy orgullosa de mi madre, sino que por mi padre, el hombre de la casa, también siento orgullo y devoción. Siempre está cuando le necesito, dispuesto a todo.
Los dos me han enseñado unos valores importantisimos. A no rendirme nunca, pase lo que pase. Son los mejores padres que se pueden tener. Los adoro.

domingo, 16 de agosto de 2015

"… Hasta que se volvió fría. Desconfiada. Distante. Todo por un motivo: se cansó de abrir su pequeño corazoncito al resto del mundo y que todos lo hagan pedacitos. Está cansada de pegar los cachitos. Una vez tras otra.
Cansada de pasar del todo a la nada en un momento.
Cansada de que alguien te tome como su muñeco. Ese con el que poder jugar sin parar.
Cansada de mentiras.
Poco a poco, ella cambió. En realidad, la cambiaron. Empezó a crear un muro, una coraza para que nadie más la hiciera daño. Sin embargo, su confianza hacia que desapareciera la coraza. Y después, otra vez las heridas, los pedacitos tirados por el suelo. Otra vez a pegarlos y a construir ese muro. Pero esta vez fue diferente. Esta vez se prometió una cosa: solo la persona que le demuestre que vale la pena, atravesara ese muro, rompera con esa coraza y unida pedacito a pedacito ese pequeño corazón."

martes, 4 de agosto de 2015

Cinco sentidos

Las personas tenemos 5 sentidos.
El olfato: para poder olerte aunque no estés a mi lado.
El gusto: para poder besarte todos los días y de esa forma no tener hambre de tus besos.
El oído: para poder escuchar tu voz cada mañana y tus susurros cada noche.
La vista: verte es algo maravilloso que me encanta. Y cada vez que te veo quiero que todo sea único, como cada momento a tu lado.
El tacto: todas las caricias y los abrazos que espero que nunca nos falten.

Pero no puedo olvidarme del último, el sentido común. Del cual muchos alardean y pocos lo tienen. Y es el que me hace saber que ahora es nuestro momento. Que, quizás, tenemos que confundirnos en la vida, para saber lo que realmente queremos tener.

Y ahora me doy cuenta de que en cada uno de ellos tú estás implícito. Cada uno de ellos te necesita para poder realizar sus funciones.
¿Y sabes un secreto? Que me encanta.