lunes, 31 de agosto de 2015

Atrapada. Así me siento. Atrapada en un mar de dudas, en mi misma, en mis sentimientos. Temerosa de perderte y de perderme, de perder la oportunidad perfecta de lograr eso que todos buscamos sin descanso: felicidad. No sé bien qué está ocurriendo, si fallaste tú, si fui yo, o incluso, los dos. No lo sé. Puede que simplemente estuviéramos demasiado bien, puede que nos diera miedo, quizás no debimos hablar de ello, seguramente no… tal vez debimos dejar las cosas como estaban, dejarlo fluir y ver hacia donde nos llevaba la corriente, pero ni yo ni mi maldita manía de tenerlo todo bajo control lo hicimos posible. No dejo de preguntarme que habría pasado si no te hubiera puesto contra la espada y la pared. Sabía que era demasiado pronto, pero no lo pude evitar. Supongo que tenía miedo. Miedo de lo que estaba viviendo. Miedo de comenzar a sentir algo mas profundo hacia ti, miedo de que pudieras hacerme daño…. Simplemente miedo. Quise creer que estaba actuando con sensatez, previniendo un mal mayor si actuaba a tiempo, pero ahora sé que tan solo fui una cobarde y por culpa de esa cobardía, ocurrió aquello que, paradójicamente, pretendía evitar… no sé en qué punto estamos, ni siquiera si tendrá retorno o no, nos distanciamos poco a poco y no encuentro modo alguno de poderlo evitar. Tú, cada vez más ocupado y yo, a su vez, más confundida. Preguntándome que pensarás y sentirás, deseando saber qué ocurrirá, pero temerosa de preguntarlo siquiera porque puede que simplemente me asuste descubrir que realmente no estas ocupado, que simplemente no encuentras la manera de decirme que, realmente, no hay modo de solucionarlo, que solo sean excusas y que, por mi estupido miedo, he condenado al fracaso algo que iba bien…

No hay comentarios:

Publicar un comentario