jueves, 27 de enero de 2011

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Todo volvió a empezar por un desencuentro que quizás el destino deseo para nosotros. En ese momento sentí una extraña sensación, algo que nunca antes había sentido. Era algo raro, pero a la vez tan bonito, que no podría describirlo. Perdóname si nunca antes te lo había dicho... quizás tenia miedo de que tú no sintieras esa sensación, la sensación que durante mucho tiempo me ha hecho sentirme feliz.
Con el paso del tiempo, te fuiste colando por la puerta de atrás de mi corazón, ese corazón que tú, y solamente tú has podido robarme.
Me robaste los cinco sentidos, y poco a poco, fui volviéndome mas loca, loca de atar. Esa locura que has ido alimentando con tu dulce amor. Pero me dejaste de volver loca en el preciso instante en el que tus labios me regalaron un te quiero.
Luego llegaron los besos, esos que repetirías millones de veces, tan dulces y ricos como el sabor de un caramelo, ese que cuando lo comes no quieres que se acabe. Así, son tus besos, esos que nunca quiero que tengan un fin.
Ahora sí, puedo decir que te echo de menos, que echo de menos todo... aunque aun te tenga a mi lado, te echare de menos. Porque con el paso del tiempo te has ido convirtiendo en el ladrón de mi piel, y por momentos yo me convertí en la ladrona de la tuya, esa que tanto me gustaba acariciar y besar cuando yo me enfadaba y me iba y tú me decías vuelve conmigo, y yo volvía a tu lado, y nos fundíamos en un único cuerpo.
Sólo me queda decirte que espero que me perdones por todo aquello que quizás no supe darte, por las cosas que tal vez no hice bien, pero espero que recuerdes que a pesar de todo eso...
Te quiero.

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