martes, 18 de enero de 2011

Día a Día

A veces, la vida, sin desearlo, te pone pruebas demasiado difíciles. Pruebas que con el tiempo se irán superando, o por lo menos, se harán menos difíciles.

Nunca deseas que te pase, pero cuando pasa… uff… cuando pasa. No entiendes porque te ha tocado a ti y no a otro, intentas llevarlo lo mejor posible, aunque a veces, no es nada fácil. Y piensas todos y cada uno de los días que vives por qué no puedes ser una persona normal.

Por minutos deseas ser una persona normal aunque solo fueran horas, pero ese deseo nunca llega, y poco a poco, vas perdiendo esa pequeña esperanza o esa pequeña ilusión de volver a ser la de antes. Y mientras esa ilusión se desvanece le acompaña una pequeña lagrima resbalando por la mejilla mientras recuerdas la vida tan, no sé si hermosa es la palabra adecuada, pero sin duda alguna era mejor que la que tienes… simplemente deseas que vuelva la vida que tenías antes.

Sí, es cierto que hay días que son mejores que otros, pero no por ello olvidas esa prueba que te ha puesto la vida sin conocer sus motivos.

Es verdad que yo no puedo quejarme, porque no es tan grave como otras cosas, pero aun así, es muy difícil de superar. Y sí, es más fácil si tienes a gente que te apoya, que te intenta ayudar en lo que necesitas… pero repito, que no es fácil de asumir.

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